Sólo un lugar posible: el que escucha sus quejas

Autora: Alicia Leiva

E mail: aliciaritaleiva@yahoo.com.ar

El siguiente escrito fue presentado en la «2ª jornada: La Práctica del Acompañamiento Terapéutico. Un Dispositivo de Trabajo» realizada el 28 de septiembre de 2006, organizada a través de At Lazos y la Universidad Argentina John F. Kennedy

El presente escrito hace referencia a un AT que se llevó a cabo con una paciente atendida por profesionales en forma privada, a través de At Lazos

ROSARIO. 63 AÑOS
DIAGNOSTICO: PSICOSIS DEPRESIVA

Rosario se encontraba bajo tratamiento con una psiquiatra desde hacía poco tiempo. Si bien hubo crisis anteriores, ésta es la primer vez que se trabajó con el dispositivo de AT. Interviniendo al principio varios acompañantes, cubriendo así varias horas al día, tratando de esta forma de evitar su internación.
Su familia estaba compuesta por: su esposo, sus dos hijas, (ambas casadas), sus yernos, y sus cuatro nietos (dos mellizas de su hija mayor y una nena y un varón de su hija menor)

La crisis se produce a mediados de octubre, es atendida por una psiquiatra recomendada por el analista de su hija menor. A la semana de su primer visita empeora, a partir de esto la psiquiatra hace cambios en la medicación y decide incluir en el tratamiento la estrategia del AT.

El encuadre inicial: inclusión de un acompañante terapéutico. El mismo no debía dejarla sola, cuidar que no haya en la casa elementos cortantes, ocuparse de la administración de los remedios y al concluir cada encuentro comunicarse con la psicóloga que coordinaba el AT (en este caso el AT no se relaciona directamente con la psiquiatra sino por intermedio de esta psicóloga que la convoca)

Relato del AT:  Concurro a la casa de Rosario por primera vez, me recibe la hija mayor en el Hall, me comenta o me dice que la madre está muy mal, si yo sabía que es peligrosa para los demás y para ella misma, que está obsesionada con los cuchillos y con esa idea fija de querer matar al bebe (ella piensa que tiene que ver con un bebe que está por adoptar la hermana menor que ya tiene una nena adoptada). Después de este comentario en forma inmediata me hace pasar a la casa, estaba Rosario esperándome, nos saludamos con un beso, me recibe con mucho afecto, me toma de las manos y me cuenta lo mal que se siente. Al principio habla de la depresión, no de las ideas fijas (con el pasar de los días sí va hablar de ellas)

El acompañamiento duró aproximadamente un mes. Durante todo este tiempo Rosario me fue relatando en forma minuciosa toda su vida y sus diferentes crisis.
Me comenta -de niña nunca pude estar sola, siempre quería que venga alguien, esperaba ansiosa que venga alguien a casa. De adolescente por algo que no pude hacer para la escuela estuve quince días en la cama, no me podía levantar. -( Su primer crisis) – En el 87 se enferma mi mamá y tengo mi primer crisis, una depresión que me mantuvo mucho tiempo en la cama sin poder levantarme (Su segunda crisis) – Ahora por la enfermedad de mi marido hago esta segunda crisis cuando en agosto del 2005 me dan el resultado de una biopsia confirmando un cáncer. –

Por este motivo días después sus hijas le aconsejan que se haga ver con una psiquiatra de su obra social, porque tienen miedo que se deprima. Según Rosario esta doctora no le presta atención. Por lo que con posterioridad se va empeorando hasta aparecer el cuadro mencionado con anterioridad. A partir de esto las hijas deciden la atención de la misma con la profesional recomendada por la analista de su hija menor. La cual la medica y una semana después incluye el acompañamiento terapéutico.

La estrategia de trabajo que implementó la psiquiatra de Rosario: 
1- No dejarla sola, controlar la medicación, que no haya elementos cortantes  a su alcance.
2- Una vez que esté mejor tratar de que salga, buscar que se entretenga para que no esté todo el tiempo quejándose y con ideas rumiantes.

MI RELACION CON ROSARIO

Rosario: Me siento tan mal, que duro que es esto, es insoportable, lo peor es la angustia que siento acá (se toca el pecho)….. Espero que se me pase…..Me voy a curar o no?. ¿Dura mucho esto?, porque la doctora dice que esto es una enfermedad, y que justamente lo que está afectada es la voluntad, pero igual yo pongo voluntad para tratar de estar mejor, aunque la gente no entiende, me dicen que tengo que poner fuerza y salir, mi marido se enoja y mi hermana también se enoja, mi consuegra dice que ponga voluntad, pero yo no puedo, no se dan cuenta que esto es una enfermedad que mucha gente la sufre y se tarda en salir. La doctora me dice que tengo que tener paciencia, que esto es lento, yo hago un esfuerzo terrible por salir de la cama, pero no es fácil. Aunque ahora tengo muchas esperanzas en la nueva medicación y también en la doctora. (Luego Rosario se va animando y comienza a decir algo sobre las ideas fijas) Yo no sé, nunca me habían aparecido esas ideas, es terrible……. Pero yo no le haría jamás daño a las nenas (sus nietas las mellizas) antes me mato yo, por eso antes de hacer algo malo yo iba de la cama al baño y del baño a la cama.

Sabés que una noche me desperté y vi unas imágenes en la pared que me asustaron y me angustiaron mucho (no me explica bien qué) también al abrir los armarios escucho música, una música que me hace daño (no sabe decirme por qué, ni qué música es). También, ves esas manchas del piso a veces me parecen que son cucarachas……pero yo no estoy loca no?, esto debe tener que ver con los remedios para la depresión……….¡Dios esto es terrible!, porque no me puedo sacar estas ideas, porque yo lucho, lucho mucho  pero no puedo.

En otro momento del acompañamiento me pide que la ayude a lavarse la cabeza. Cuando se empieza a secar el pelo, se pone mal, con una expresión perturbada, y con el secador en la mano me dice – Yo no quiero lastimar a nadie, no, no quiero……..- Trato de convencerla de secarle el pelo yo, acepta, salimos del baño y se tranquiliza.
Las ideas van desapareciendo. Y comienza la queja permanente, en contra de su marido, sus yernos, y a veces también de sus hijas.
Dice que el marido la hace sentir que esta sola, que no dialoga nada con ella, que no comparte nada con ella. Recuerda que el fin de semana que se enfermó, habían estado solos en la casa y sólo cruzaron dos palabras.

Con respecto a sus yernos dice que por ellos no puede estar más tiempo con sus nietos y sus hijas, porque no les gusta encontrar gente cuando regresan a sus casas incluyéndola a ella.
Su hija menor vive en un una casa en la provincia de Buenos Aires, por lo que a Rosario se le hace difícil ir a visitarla porque cuando llega su yerno ella debe retirarse, y  al mismo no le gusta recibir visitas el fin de semana.
Su otra hija vive cerca pero el fin de semana se va al country, y en este caso son los dos (su hija y el yerno) los que no desean ser visitados, porque trabajan mucho y es el momento que desean compartir la pareja con sus hijos.
Durante este acompañamiento a mí me costo mucho mantener la abstinencia, me involucré con la situación, y hasta llegué a dar consejo. Luego con la ayuda de mi supervisora me fui corriendo de ese lugar.
Al poco tiempo el acompañamiento se interrumpió, sin aviso previo.

SEGUNDO ACOMPAÑAMIENTO A ROSARIO

«Se pudo despedir»
A fines de enero me convocan para hacer un acompañamiento de pocas horas a Rosario, porque no estaba muy bien. Este duró dos semanas.
Si bien nuevamente la estrategia de su psiquiatra era tratar de salir: a un cine, a un taller, alguna actividad que pudiera entretenerla, esto era imposible. Para Rosario el único lugar que tenía el acompañante terapéutico era «quien escuchaba sus quejas» y acompañarla a hacer las compras y pequeñas caminatas siempre cerca de su casa. Para Rosario no había otra posibilidad de salida y entretenimiento que la de ir a la casa de sus hijas y estar con sus nietos.
En algún momento intento plantearle algún tipo de salida, charlamos de distintas posibilidades, ella parece entusiasmarse con los centros de jubilados, pero termina diciendo:- Ahora cuando venga mi hija mayor (que está veraneando) le voy a decir que me lleve, y por ahí me puede llevar unos días a su casa que ahí con las melli me entretengo.

Un viernes la acompañé a la doctora, cuando regresamos a su casa ella se despide y me dice que si necesita algo su hija mayor se va a comunicar conmigo. Nos despedimos con mucho afecto, ella me abraza y me besa.

Esta vez pudo despedirse, no como la primera vez.
Si bien, días después sus dos hijas se reunieron con la psicóloga  para planificar un acompañamiento fijo de pocas horas semanales, yo sabía que esto no iba a ser posible, Rosario se había despedido.

* Integrante del staff de Ats de At Lazos.