Un acompañamiento para compartir

Autor: Leonardo Angelino

E mail: leo_Angelino@hotmail.com

El siguiente escrito fue presentado en la «2ª jornada: La Práctica del Acompañamiento Terapéutico. Un Dispositivo de Trabajo» realizada el 28 de septiembre de 2006, organizada a través de At Lazos y la Universidad Argentina John F. Kennedy

Un acompañamiento para compartir
Desde Septiembre de 2005 hasta Junio de 2006

M: masculino, 20 años, diagnóstico: trastorno generalizado del desarrollo, retraso mental moderado, ADD y rasgos autistas.

La demanda del acompañamiento terapéutico surge por parte de una Licenciada en Psicopedagogía que trabaja con M, la cual sería la coordinadora del equipo terapéutico. En la primera entrevista, la licenciada describe el caso al AT, en su relato parecía que describía el comportamiento de un niño, y entre comentarios como: “de qué se trata el acompañamiento terapéutico”, señaló que los objetivos más relevantes a trabajar eran: límites para M, que M pueda trabajar con un “par” masculino fuera de la familia y que M pueda hacer alguna tarea de oficina, dentro de la oficina de los padres.

La familia de M, consta de un padre, una madre, dos hermanas y un hermano mayores que él, y una hermana menor (todos de nivel universitario); todos viven en la misma casa.

Los comentarios sobre la familia por parte de la Psicopedagoga eran: “son una familia muy colaboradora y muy dispuesta a brindar todo lo posible para M”.
Además comenta al AT que M concurre a una institución, la cual no es de mucho agrado para la profesional, en donde pasa la mayor parte del día.

La segunda entrevista fue con los padres, en la oficina de la Psicopedagoga y en presencia de ella, en donde el AT se entera que ellos ya habían tenido experiencia con acompañantes terapéuticos, pero de por sí muy mala.

Comentaron que los estuvieron evaluando por dos meses, dentro y fuera de su casa, y luego de ese tiempo los llaman para notificarles que el grupo de AT se había disuelto y que no iban a poder realizar el acompañamiento. Después de esto, los padres, encontraron la institución a la que concurre actualmente M, y que a pesar de que a ellos no los convence totalmente, es de lo “mejorcito” que encontraron.

Al comunicarles la forma en que el nuevo AT comenzaría a trabajar con M, se empieza a rescatar el valor de las palabras, cuando el padre le pregunta al AT: “¿y qué le digo a M que va a hacer con vos? ¿Le digo que lo pasas a buscar para ir a pasear?”, a esto el AT responde: “le sugiero que le comente que voy a pasar por su casa para conocerlo, y para ver si le gustaría comenzar a trabajar”.

El AT sugirió dos semanas de evaluación observacional enmarcada en el Modelo de la Ocupación Humana. Con dos encuentros semanales de tres horas como mínimo en cada encuentro.

La primera visita al hogar.
Parecía que las interesadas eran las hermanas más que M, ya que desde que abrieron las puertas ellas no pararon de interrogar al AT antes de “bajar” a M, ya que él se encontraba en el primer piso de su casa. 

(En la segunda entrevista los padres habían comentado que la casa de ellos poseía una comunicación muy abierta y que los amigos de todos los integrantes de la familia entraban y salían como de sus casas).

La ansiedad de las hermanas por saber sobre lo que se haría con M (que no se presentaba), parecía copar la situación.

En medio de todo esto llega M, con muchas demostraciones de afecto, excitación y movimientos exagerados. Luego de un tiempo, en donde las hermanas trataban de dirigir a M para que se presentara ante el AT, se consiguió un espacio en donde el AT logra quedarse a solas en el living con M. En ese momento se sugiere salir a caminar para charlar sobre el trabajo que harían juntos. A partir de este momento la predisposición para el trabajo con el AT mejoró. Todos esos movimientos de excitación disminuyeron.
La sugerencia de algo distinto, algo “adulto y simple” como salir a caminar para charlar, sería uno de los tantos caminos para tratar de explorar y desarrollar al máximo las capacidades de M.

En la primera salida se podía ver a un niño de más de 1,85 metros de alto jugando por la calle, yendo por una peatonal jugando e interactuando con payasos, globos, niños, y todo kiosco y juguetería que pudiera encontrar, y entrar.

Frente a todo este despliegue, el AT se detiene, y espera a que M reaccione, y se acerque de una forma tranquila al AT.
Una vez logrado este otro paso, el AT le comenta a M que de esta forma iba a ser difícil trabajar, y le pregunta a M qué le gustaría hacer; si aprender a ser un adulto con sus derechos y responsabilidades, o seguir como un niño desprotegido e inconsciente de los peligros que hay en una sociedad.
Dicho esto el nivel de excitación de M bajó, y se pudo llegar a un “nivel”, en donde se dio una mejor comunicación la cual permitiría la sugerencia de modos, acciones, conductas y formas de actuar en una sociedad.

Este primer encuentro con M duró 1 hora. La cual se prolongaría a más de 10 meses, hasta la fecha, de Acompañamiento Terapéutico.
El acompañamiento comenzaba, y se pautó una reunión de equipo profesional cada 15 días y una familiar cada mes.

Comenzando por la calle: El bastón AT:
El comportamiento de M se observaba muy errático en todo espacio social y/o laboral.
M solía apoyarse de diversas formas en el AT, con su mano en el hombro del AT, tomándolo del brazo o del hombro opuesto. A este apoyo el AT denominó: “Bastón AT”. Esto fue disminuyendo al hacérselo notar, el AT a M, y al ir generando una distancia para el caminar en pareja, usando de modelo a la gente de la calle.
La movilidad funcional es uno de los objetivos del acompañamiento. Se empezó a incluir en el dispositivo a los medios de transporte como colectivos de línea, trenes y subtes. Y salidas de hasta 5 horas por la comunidad.

Ahí es donde se rescata continuamente el lugar de M, quien, sin ningún tipo de vergüenza, haciendo valer su derecho y obligación, pide un asiento para que el otro lo ceda. Esto es realmente interesante de observar, ya que el AT no interviene para nada en esa comunicación que M tiene con el otro (claro está a menos que este otro desconocido/a pueda llegar a ejercer violencia física con el paciente). Las pocas intervenciones que el AT realiza son decirle a M que pedir el asiento es su derecho, y que no es necesario que pida uno para el AT. 

Estas salidas permitieron disminuir el nivel de excitación y la ansiedad por concurrir a jugueterías y kioscos, reduciéndose la necesidad de querer ir a uno de estos comercios.
El cómo actuar en cada medio de transporte, las observaciones y aclaraciones de cómo se debería tomar cada uno de éstos, son parte del trabajo que se realiza con M.
Cada salida terminaba en la oficina de los padres, donde la madre de M se encontraba trabajando. Esta forma de trabajo fue sugerida por parte de ella, ya que en la casa no se encontraba nadie.
En la oficina M trabajaba con un cuaderno, en donde anotaba ítems de lo realizado en el día: fecha, lugar, medios de transportes tomados y actividad realizada. Luego del cuaderno, el paciente pasó a utilizar una agenda, regalada por el AT para su cumpleaños. Esto se realizó como continuidad del trabajo psicopedagógico.
Cabe señalar que cada vez que M entraba en la oficina su comportamiento cambiaba, tornándose irritable con su madre y utilizando los espacios de trabajo como lugar de juego. Sin respetar los límites indicados por su madre, pero sí las sugerencias por parte del AT.
Este tipo de trabajo continuó por seis meses. En este tiempo, la comunicación entre el AT y la madre de M era muy buena, ya que se podía indagar y aseverar algunos comentarios de M que surgían en las salidas.

La modalidad de terminar las actividades en la oficina fue reemplazada por la actividad de trasladarse M, de una forma más independiente, a su institución.

Hoy en día, después de reuniones de equipo y familiares, M se encuentra en sus primeros momentos de un trabajo de oficina, en donde su actividad consta de: recoger de la oficina de sus padres una lista de compras, la cual confecciona su madre y la coloca en un sobre con dinero. M va con esta lista (acompañado por el AT) a una librería elegida y realiza la compra. Luego vuelve a la oficina con el pedido, lo entrega y recibe su pago.

Al comienzo de esta actividad de oficina, la madre entregaba la lista y el dinero, recibía los productos y pagaba a M, pero se observaba que el comportamiento de M cambiaba mucho (irritabilidad) frente a su madre, así que se sugirió cambiar el agente dentro de la oficina para que realizara estas tareas en vez de la madre.

Descentralizar a la madre del paciente, que expresaba su frustración por las acciones de éste, fue una de las sugerencias. Ya que ella era la encargada de despertarlo, llevarlo y traerlo a la institución, cada uno de estos momentos se tornaban tensos, tanto para M como para su madre.
Entonces se propuso que estas actividades se repartieran entre los demás integrantes de la familia y que ella tuviera un “descanso”. Por supuesto, también se sugirió terapia a la familia, para todo aquel que lo sintiera necesario.

También se propuso que se respetaran y/o rescataran los roles, puesto que las indicaciones por parte de las hermanas a M eran más órdenes de padres, que sugerencias de hermanas. En esta propuesta se menciona el valor de las palabras, tales como:

  1. En vez de “llevarlo a M”, “acompañarlo a M”.
  2. En vez de “comportate como una persona grande”, “¿podemos hablar como adultos?”.
  3. En vez de ordenar, sugerir.

Estas indicaciones se encuentran actualmente en evaluación dado que se plantearon en la última reunión que tuvo el AT con la familia, y se acordó un período de tres meses hasta reevaluación y una nueva reunión familiar.

Comentario del AT:
He aprendido a respetar las capacidades especiales de cada sujeto.
Y en la observación constante de mi trabajo de campo, he llegado a la conclusión de que la única discapacitada es la sociedad, la cual está pidiendo a gritos el acompañamiento de cada uno de nosotros.

Septiembre de 2006