La tercera edad y las problemáticas institucionales

Autora: Micaela Laurito (*)

E mail: lauritomicaela@hotmail.com

…(*) Micaela Laurito realizó el Curso Anual de Acompañamiento Terapéutico en At Lazos.

El presente escrito tiene como objetivo poder analizar distintos aspectos con los que un acompañante terapéutico se encuentra frente al trabajo en  instituciones. Dentro de las mismas podemos encontrar determinadas características que nos hacen definirlas como tal. Ya sean hospitales, neuropsiquiátricos, cárceles, hogares, geriátricos, todas comparten aspectos en común. En este caso se hará foco en las instituciones geriátricas para poder analizar en detenimiento distintos aspectos de las mismas. Para esto se incluirán ejemplos obtenidos en el trabajo en una institución geriátrica con una paciente de 91 años (M).

La tercera edad y sus características:

 La tercera edad se encuentra caracterizada por los duelos que el sujeto debe llevar a cabo, como por ejemplo, aspectos físicos de su cuerpo, actividades sociales que se restringen, el pasaje de ser un trabajador/a a ser un jubilado/a etc. (cita vejez) Los motivos por los cuales se ingresa a una institución geriátrica son diversos. Ya sea porque los familiares no pueden ejercer el cuidado, porque necesitan atención y cuidados constantes o porque evidencian determinadas patologías que dificultan que el sujeto sea independiente. En la era de la posmodernidad, el discurso de poder  marca una especie de “eterna juventud”  y belleza. Se vive como si la vejez nunca fuera a llegar, o se evita pensar en ello.  La mayoría de las personas ya ha pasado por la niñez,  la adolescencia y juventud pero no por la vejez, con lo cual esta etapa aparece como extraña, lejana y ajena. (Citas vejez)
         Por otro lado, la tasa de vida ha aumentado con las nuevas tecnologías y el conocimiento científico-médico, de igual modo, esto dependerá de diferentes variables y del país  en el que se resida (OMS, 2016). Que la tasa de vida aumente gracias a la tecnología  lleva a que se evite la mortalidad, pero deja como secuela el convivir con enfermedades que se convierten en crónicas. El acompañante terapéutico puede encontrarse trabajando con pacientes con patologías psiquiátricas, así como con pacientes con enfermedades crónicas médicas. Las mismas llevan a diferentes problemas de salud física y emocional. Muchas veces contar con una enfermedad crónica es una fuente de estrés, el paciente puede sentirse incomprendido, puede tener incertidumbre acerca del curso de la misma, etc. Todos aspectos que pueden sumar a desarrollar una patología psiquiátrica, como por ejemplo, un trastorno depresivo o ansioso. El A.t actúa como una herramienta preventiva frente a esto. Debe buscar fomentar los recursos de afrontamiento, la resiliencia, y utilizar la creatividad.
(M) es una paciente de 91 años, recientemente ha sufrido la muerte de su tercer hijo, se encuentra en una etapa de duelo frente a su posición como madre, ya que sus tres hijos han fallecido. Toma medicación para la ansiedad  y sufre de una enfermedad crónica denominada tinnitus o acúfenos. El acompañamiento se basa en generar aspectos positivos, realizar actividades recreativas, salidas, juegos, fomentar la escucha frente al duelo de su hijo, y ser de apoyo para la resolución de problemas. Es decir,  la paciente debe estar en una posición activa y ejercer ella misma el cambio, el A.t es una herramienta para ello. Fomentando refuerzos positivos y una activación conductual para evitar las preocupaciones y la rumiación constante que la llevan a la ansiedad y tristeza.

“Institucionalizados”:

 Al ingresar a la institución geriátrica es necesario que los profesionales conozcan la condición psíquica y física del sujeto, con lo cual se lleva a cabo la realización de un diagnóstico y la apertura de una historia clínica. El diagnóstico proviene de un discurso científico que permite conocer al sujeto. Éste menciona lo que se encuentra dentro y fuera de una media poblacional, diferencia lo normal de lo patológico (Basaglia, 1972). Las personas que se encuentran institucionalizadas, en muchos casos, son sujetos que no son productivos desde el punto de vista del capitalismo. Es así que las instituciones aparecen como un lugar de depósito de lo diferente y lo ajeno. La psicología y la psiquiatría como ciencias, permiten el conocimiento de eso otro, con el fin de saber cómo dominarlo, cuantificarlo, medirlo, observarlo y transformarlo en algo predecible (Basaglia, 1972).
         La ciencia ha sido la que ha establecido la distinción entre la delincuencia y la locura. Es así como puede colocársela dentro de los discursos de poder ya que define mediante diagnósticos las características de los individuos y permite el conocimiento de lo patológico (Basaglia, 1977). Teniendo en cuenta esto, es necesario que los profesionales incluyan el  diagnóstico descriptivo pero a su vez construyan la historia subjetiva, la conceptualización de cada caso, ya que hay información que excede a los manuales diagnósticos. Aquí es donde el rol del A.t. aporta al diagnóstico incluyendo datos subjetivos y de la historia del individuo.
      Las instituciones cerradas comparten una comunicación con otras instituciones (comunicación inter-institucional) como por ejemplo, educación física, instituciones de salud, diversión, espacios de tiempo libre, etc. (Varela, 2006). Esta característica hace que las mismas sean concebidas como instituciones totales, ya que  la vida del individuo y sus actividades se llevan a cabo allí dentro. Teniendo en cuenta esto, la institución geriátrica puede ser entendida como una institución total. Allí se realizan distintas actividades, talleres recreativos, gimnasia, atención médica, alimentación etc. (Basaglia, 1977). Hay un sistema organizado de actividades y un uso eficaz del tiempo (Foucault, 1987). Los aspectos de la vida se realizan en un mismo lugar y en compañía de un grupo de personas, a su vez muchas de ellas, como la alimentación, el baño y los talleres recreativos, se encuentran estrictamente programados.  Tomando a Foucault, la costumbre crea un sesgo que no permite ver el control ya que éste es muy sutil. Es decir, se pierde la libertad en cuanto a la toma de decisiones. Es una etapa de duelo por lo perdido, la casa, la familia, objetos personales y la privacidad. El sujeto se ve sumergido dentro de una generalidad, para todos es igual. Sus necesidades ya están regladas y calculadas (Goffman, 1998).
      Al ser institucionalizado, el paciente debe asumir un nuevo rol y dejar otros atrás, debe aceptar el lugar tal como se encuentra, se pierde la intimidad, la comida no depende de sus gustos y los horarios son manejados por la comodidad del personal. La institución asume el control de los medios del paciente y su movilidad, en muchos casos los pacientes se encuentran en una situación de dependencia (Marín & López, 2008). Todos estos cambios pueden ser una fuente de estrés. El aislamiento y la falta de contacto con sus seres queridos, vecinos y actividades cotidianas se transforman en una fuente de angustia. Mucho va a depender del locus interno de la persona. En muchos casos puede haber una indefensión aprendida, el paciente acepta todo y es un “buen paciente” sin quejas, lo que puede llevarlo muchas veces a la ansiedad y depresión. Por otro lado los pacientes que se quejan son considerados como un ejemplo de  “mal paciente”, tienen sentimientos de ira y solicitan cambios y exigen sus derechos. (Marín &  López, 2008). En este caso el A.t puede trabajar para fomentar la adaptación del paciente a la institución.
     Durante el acompañamiento con (M) se pueden observar estas características anteriormente mencionadas. Ella comenta que antes de ingresar a la institución ha vendido su casa, y regalado todas sus cosas a sus nietos. No le queda dinero más que la jubilación de su marido. (M) se encuentra en buen estado de salud al momento del acompañamiento y dice ser una persona muy coqueta y elegante. Suele mencionar lo mucho que le gustaba su casa y la cantidad de ropa que solía tener. A la institución sólo ha llevado lo que ella consideraba necesario. Hay ropa que no puede utilizar ya que es muy elegante y otras prendas han sido donadas por sus familiares. Comenta que no le gusta que se deshagan de sus cosas como si nada. No cuenta con el manejo libre de las mismas, tampoco maneja dinero. Esto implica que hay una despedida de los objetos personales (Goffman, 1998) y por lo tanto será necesario hacer un duelo por esto mismo. También se deberá hacer un duelo por la libertad, ya que se ve como las actividades diarias están programadas y en muchos casos no pueden salir si un familiar no se encarga de buscarlos. Con lo cual, la ropa elegante no podrá ser utilizada, y los gustos recreativos se verán reducidos a los que hubiese en la institución.
       En el tiempo del acompañamiento suele verse como muchos adultos mayores quieren escapar de la institución, no pueden abrir las puertas y esperan a que alguien salga para intentar aprovechar ese momento. En una oportunidad una señora, mirando para afuera a través del ventanal, comenta: “estamos encerrados acá”, sus rasgos de tristeza lo decían todo, minutos antes había intentado escaparse. En otra ocasión, una señora que entraba recientemente afirmaba: “me aburro acá, me quiero ir”. Otra señora me comenta que lloraba todos los días de tristeza porque quería irse de allí, hasta que comenzó a hacer distintas actividades y empezó a pensar diferente. Claro está que esto no sucede en todos los casos, muchos ingresan acompañados de alguna patología y su estado suele ir empeorando.
        Dentro de las instituciones hay una violencia que puede ser entendida como necesaria. La misma es parte de la burocracia y de los aspectos necesarios para el orden, es decir, los horarios a cumplir, el hecho de compartir el cuarto, de dejar objetos personales, son normas indispensables para la organización (Basaglia, 1972).  También hay una violencia que va más allá de lo normativo, que puede entenderse como parte del Síndrome de Violencia Institucional (Ulloa, 1995). El destrato o maltrato que se ejerce sobre los pacientes en las instituciones no debe ser normalizado. Los pacientes con patologías terminan generando desgaste en los trabajadores, y esto mismo puede llevar al maltrato  por parte de los mismos, el círculo puede continuar con el aumento de la patología misma. El A.t también debe trabajar velando estos aspectos, cuidando de la salud y seguridad de los pacientes que se encuentran institucionalizados, muchas veces corroborando que se cumplan las normas, muchas otras evitando malos tratos.

El estrés laboral y el Burn Out:
      El Síndrome de Burn Out entendido también como el síndrome del quemado, se caracteriza por un deterioro en los cuidados y la atención profesional a los usuarios de ciertas organizaciones de servicio (organizaciones de voluntariado, sanitarias, de servicios sociales, educativos, policiales). Este síndrome se caracteriza por una pérdida de energía y una insensibilidad hacia los pacientes. (Filippi, 2010). Es común que se de en enfermeros/as cuidadores/as. En muchos casos la devoción al trabajo termina teniendo consecuencias contraproducentes para el trabajador afectando su calidad de vida. El A.t también se encuentra en contacto con pacientes, con lo cual es necesario que conozca acerca del mismo y pueda prevenirlo. El desarrollo del mismo puede darse en 5 fases:
-Fase de entusiasmo: el trabajador experimenta la tarea como algo estimulante.
-Fase de estancamiento: comienzan las dudas acerca del éxito del trabajo que realiza. Se plantea si el esfuerzo vale la pena. Aparecen los primeros síntomas (aburrimiento, dolores de cabeza y/o estomacales).
-Fase de frustración: núcleo central del síndrome. O bien se sale positivamente de la situación, recobrando los proyectos motivacionales, o se entra en una etapa de problemas psicosomáticos.
-Fase de apatía: el individuo se resigna a cambiar las cosas. Se maneja con cinismo e insensibilidad, es una defensa ante la frustración.
-Fase del quemado: se produce un colapso físico, intelectual y anímico. La enfermedad se manifiesta de manera acentuada.
Puede darse por un entorno físico estresante, o por falta de seguridad, por exceso o falta de tareas y por las características de los turnos y horarios laborales, entre otros. Es necesario reconocer  los posibles factores que pueden generar estrés. Es probable que el A.t comience su trabajo con entusiasmo y un grado de altruismo elevado, pero si las condiciones laborales no acompañan esta motivación, o el trabajador siente que no tiene la capacidad de afrontamiento, se puede generar este tipo de estrés.
El estrés laboral produce problemáticas físicas, psicológicas y conductuales.  Dentro de la institución geriátrica se ve claramente como la ruptura de la comunicación intra-institucional (Varela, 2006) afecta la calidad del trabajo del personal cuidador a cargo de los adultos mayores. Es decir, hay una expectativa en cuanto al cumplimiento de un cronograma diario para cada cuidador/a, pero los tiempos reales no alcanzan, el personal a cargo escasea y en muchos casos los salarios no son los más altos. Hay un quiebre entre lo esperado y la realidad que se representa en los rumores dentro de la institución (Varela, 2006). Por ejemplo: el baño debe realizarse día por medio, pero en muchos casos hay poco personal y la carga laboral en exceso produce que esto no pueda cumplirse. Como resultado se abre paso a los comentarios y los malestares que esto produce.
       En el caso del A.t es necesaria la supervisión de los casos clínicos, no sólo para realizar un buen trabajo sino para poder prevenir el estrés del mismo. Esto se conoce como cuidado del cuidador, para que el mismo no caiga en desgaste constante. En muchos casos las patologías psiquiátricas generan situaciones de agresividad o maltrato, y genera estrés en el A.t. Es importante ver qué es lo que genera contratransferencialmente cada paciente y trabajar con eso mismo.  (Sarbia & Lindel, 2009)

Conclusiones:
      El trabajo del acompañante terapéutico se enmarca en diferentes ámbitos. Ya sea instituciones públicas, privadas, o en el domicilio del paciente. Cada uno tiene sus respectivas características, muchas veces puede trabajar para la adaptación al mismo, otras para mejorarlo y modificarlo. La familia del paciente cobra un rol fundamental, en ocasiones como fuente de apoyo y en otras es necesario trabajar con la misma, de igual modo sucede con los/as trabajadores/as institucionales.
        El A.t ofrece su oído sin interpretar, pone el cuerpo, ayuda a disminuir el sufrimiento, contiene y evita las crisis, favorece el cambio. Es una herramienta que ayuda al cumplimiento de los objetivos terapéuticos y utiliza estrategias y su creatividad para llevarlos a cabo. Trabaja con el hacer, en el día a día, en la cotidianeidad del paciente. Para concluir, es importante tener en cuenta las características de la institución así como las del paciente. En muchos casos se trabaja para lograr la externación, pero siempre se debe trabajar para que el paciente tenga una vida que merezca ser vivida.

Bibliografía:
Basaglia, F. (1972) El problema del accidente. En La institución negada. Buenos Aires: Cirregudir.
 Basaglia, F. (1977). La criminalización de las necesidades. En Los crímenes de la paz. Buenos Aires.
Foucault, M. (1987). El castigo generalizado. En Vigilar y Castigar. México: Siglo XXI.
Foucault,  M. (1987). La benignidad de las penas. En Vigilar y Castigar. México: Siglo XXI.
Filippi, G (2010) Estrés y burn- uot. En: Filippi, G & Zubieta (Coord). Psicología y trabajo, una relación posible. Buenos Aires: Eudeba.
Goffman, E (1998) Internados (pp.17-93). Buenos Aires: Amorrortu.
OMS (2016) Life expectancy increased by 5 years since 2000 but health inequalities persist .Recuperado de www.who.int/mediacentre/news/releases/2016/health-inequalities-persist/en.
Rodriguez Marin, J. Y Neipp López, M. del C. (2008) Estrés y enfermedad. En: Manual de psicología Social de la Salud. Madrid: Síntesis.
Sarbia, B. S., Lindel, N. B, (2010)  Diversidades de la práctica clínica del acompañamiento terapéutico (2ª ed) Buenos Aires: Letra viva.
Ulloa, F. O. (1995). Capítulo V. En Novela clínica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós.
Varela, O. Sarmiento, A. Álvarez, R. (2002). Instituciones cerradas. En Psicología Forense, Buenos. Aires: AbeledoPerrot.
Varela, O., Sarmiento, A., Puhl, S., Izcurdia, M.: Control social, grupos e instituciones cerradas. En Psicología Jurídica. Buenos Aires: JCE.
Varela, O., Sarmiento, A., Puhl, S., Izcurdia, M.: El Poder el Encierro. En Psicología Jurídica. Buenos Aires: JCE.Enero de 2017