Convocando al sujeto


Autora:    Viviana Tolisano (*)
E mail:   viviana.tolisano@gmail.com

…(*) Viviana Tolisano realizó el Curso Anual de Acompañamiento Terapéutico en At Lazos. El siguiente escrito da cuenta del recorrido realizado en el espacio de pràcticas institucionales durante el segundo mòdulo de la cursada.

Realicè el curso Intensivo de Acompañamiento Terapéutico (teoría, clínica y práctica) con la licenciada en psicología Sandra Sarbia, en At Lazos Asociación civil – Asistencia, Formación y Supervisión en Salud Mental, CABA.
El curso se divide en dos módulos, el primero consiste en la aprobación de los contenidos teóricos, y el segundo da lugar a la práctica institucional y al espacio de supervisión.
Lleve a cabo la práctica en  el hogar San José, en San Miguel, provincia de Buenos Aires. Allí viven niñas y adolescentes en situación de alta vulnerabilidad social.
Las profesionales que intervinieron fueron la asistente social, psicopedagoga, la psicóloga del lugar, y la psicóloga del hospital de San Miguel.
Mi primera experiencia es con dos acompañamientos, el primero fue breve, y el segundo se desarrolló durante los meses de abril, mayo, y junio.
A partir del segundo mes inició el segundo acompañamiento, no antes de leer su legajo. Mi paciente se llama Soledad. Diagnosticada con cierto descenso intelectual, déficit de atención, rasgos de inhibición y dificultad social.
La justicia impide el contacto con el padre y madre, por causa de abuso sexual y violencia de género. El padre abusaba, la madre sabía.
Tiene hermanos mayores, abuelos, tíos, primos, pero nadie la visita. Dice estar  mejor en el hogar porque tiene de todo, sin embargo extraña mucho a su mamà, a quien idealiza.
Soledad se siente muy sola.

Llegó en el 2012, con sòlo 8 años. Me cuentan que parecía más chica, la vestían, le daban de comer en la boca, no se relacionaba con nadie, era sumisa, hacìa todo lo que le ordenaban. Ahora un poco más alejada de aquel entonces, Soledad pone a prueba su confianza, a veces desafía a los adultos, y se relaciona con sus pares.
Indicaciones: Recibí la indicación de alentar a Soledad en su proceso de crecimiento, tiene una conducta aniñada. La necesidad surge por parte de la institución que debía reubicar a soledad en el cuarto de las pre-adolecentes y dejar el de niñas (cuarto que la alojò desde que llegò).

Acompañamiento del paciente:
Comenzamos con mucho entusiasmo, veía en Soledad las ganas de ser acompañada.
Le propuse trabajar  juntas en la construcción de un cuaderno, construir un espacio donde cuente quien es, hable de sus gustos, e incluya lo que para ella es importante, donde sea protagonista. A Soledad le gustó la idea.
No dejé pasar la oportunidad de acercarme a la paciente anterior, para explicarle que el acompañamiento llegò a su fin porque ella siempre se iba.
Con el transcurso de los encuentros notè que soledad era ansiosa, no se quedaba quieta, su marcha era acelerada, reiteraba preguntas en relación a lo bien que se portaba, lo bien que me trataba, lo buena que era. Sus relatos solían ser confusos, se ponía nerviosa cuando tenía atención.

Durante el tiempo compartido mi propósito ha sido alojarla, brindarle un lugar en mí. Desde ahí trabajamos juntas en incrementar su confianza, subir su autoestima. Comenzamos un proceso de escucharse a sí misma. Trabajamos en mejorar la comunicación con los demás. Verbalizamos emociones. Trate de reducir su ansiedad, visible en su hablar y andar.

En varios encuentros la ayudé con su tarea, tenía serias dificultades.
Al quinto encuentro Soledad parecía incòmoda y de mal humor, la pasaron de habitación, ella no quería, llorò toda la noche. Me cuenta que en la escuela se burlan de ella, de su apariencia. En los siguientes encuentros la relación con sus pares siguió siendo motivo de charla y reflexión, por sus relatos confirme que tenía dificultades para defenderse por sí misma, un día llegó a la conclusión de que no merecía ese trato y lo hablò con su maestra.
Con el correr de los días parecía menos acelerada al hablar y andar, me pareció importante transmitírselo antes de irme, le expresè que disfrutaba hablar con ella, más tranquila, que la veía más grande y parecía hacerle bien.

La madre estaba muy presente en las conversaciones, para ella su mamá es intocable, la idealiza, sembró en ella la ilusión de que algún día encontrarían la manera de estar juntas.
El cuaderno que hacíamos mientras tomábamos un café fue la excusa para conversar sobre ella, surgieron inspiradoras charlas, en una ocasión conversamos acerca de cómo ella sentía la mirada de sus pares, creía que pensaban ¿“Qué le paso a esta chica”? Intentè que no se encierre en sus pensamientos, le dije que no sabíamos lo que pensaban, pero que por lo menos yo no veía que la estén mirando de esa manera.

A mediados de Junio la citaron en el juzgado para anoticiarla que una familia deseaba adoptarla! Se alegró, me dijo “Estoy mejor”! Con el paso de las semanas la posible adopción despertó tantas alegrías como miedos. “Mi mama no me cuidó bien, y a mi papà no lo quiero” “Acá en el hogar estoy bien, tengo de todo, pero en una casa voy a estar mejor ¿no?”

Con Soledad tramitamos el cierre un mes antes, marcamos los encuentros que restaban en un calendario.
Su cuaderno estaba casi terminado, tenía fotos y una completa descripción de ella, nos faltaba desarrollar la última hoja, destinada a escribir cuáles eran sus sueños.
Sueña con ser abogada porque su madre le dijo que lo sea para proteger a los niños, y sueña vivir con su familia. Se le transformò el humor cuando pregunté cuál familia: biológica o adoptiva. “¡Con mi mamà, hermanos! ¿Por qué, qué tiene, no puedo vivir con mi familia?” “Quizá ya no sean así”

Soledad se encuentra tironeada, entre la ilusión de vivir con su familia biológica y la realidad de ser adoptada, le duele no tener visitas de ellos, procesar un pasado de abuso, violencia, e indefensión no debe ser nada fácil.
“¿De grande al vivir con padres adoptivos no voy a estar sola?” me pregunta.
El último encuentro fue el más intenso, sentí una fuerte demanda por atender varios asuntos, como si fuésemos a resolver su pasado y su futuro en pocas horas.
Hablamos de muchas cosas, conversamos sobre la posibilidad de pertenecer a una nueva familia, distinta. También hablamos de su pasado, compartió miedos e incertidumbre sobre la adopción.

Soledad decidió incluir a su familia biológica en el cuaderno que tenía como propósito ser ella la protagonista. “Quizá mi papà ya no sea malo”. Hablamos sobre el impedimento de estar con ellos. Me contó que en una ocasión el padre golpeò a su hermana y madre con una pala de construcción en la cabeza.
Reflexionamos sobre la oportunidad de tener buenos padres, no como los suyos, más bien padres que la traten con respeto, la ayuden a sentirse mejor, la escuchen, se preocupen por cómo le va en la escuela, quieran verla feliz, le den un lugar, dediquen su tiempo, le brinden un hogar.
Al rato noté que hacìa un esfuerzo por contarme algo más. Comenzó diciendo que a pocas semanas había visto a un hombre, en sombras. La primera vez el hombre la miraba fijo desde el jardín de un vecino, eso la asustó, le acelerò el corazón, sintió que el hombre venía a hacerle algo malo, “¿Por qué yo sola lo vi, y las demás chicas no?” me preguntó.
Se me ocurrió que quizá ese hombre le recordaba a alguien más, le propuse hablarlo con la psicóloga, le dije “cuanto más lo converses menos miedo vas a tener”. Me dijo que la psicóloga ya sabía, fue ella quien le preguntó si veía o escuchaba voces.
Me preguntó si podía volver otro día a visitarla. Le expliqué que no, porque juntas realizamos un trabajo, pensamos y reflexionamos, trabajamos en resolver asuntos. Al volver se perdería lo logrado.

Nos despedimos con lindas palabras, le transmití que iba a estar bien con un nuevo acompañante.
“¿pero Vivi què hago con la familia (Adoptiva)? Tengo miedo que me reten, que el señor me rete”.
Le dije que todavía no los conocía, que debía darles tiempo.
A modo de reflexión, todo niño es un ser libre de derechos, en el caso de Soledad parecería que no fue así, al parecer su madre privó esas libertades a temprana edad, impidiendo la realización personal de Soledad, generando dependencia a ser alimentada, cambiada, vulnerándola. Por años ha estado en situación de objeto, el padre abusando, y la madre realizándose a través de su hija, haciendo por ella y diciéndole què hacer “de grande se abogada…”.
Es chica para enfrentarse a la soledad, sin visitas, sin nadie de afuera que atienda sus necesidades afectivas.
Mi intención como A.T ha sido  alojarla, hacer que escuche su propia voz, que sea protagonista no víctima, ponerla en situación de sujeto y no de objeto.Abril de 2017