Caminando juntas

Autora: Ayelén López (*)

E mail: lopez.ana.ayelen@hotmail.com

…(*) Ayelén López realizó el Curso Anual de Acompañamiento Terapéutico en At Lazos. La siguiente es una presentación clínica expuesta en el 6° encuentro de Ats – Ciclo 2015, el 23 de enero de 2016, cierre anual, en la Asociación Civil At Lazos.

Mi nombre es Ana Ayelén López. Tengo 24 años de edad y soy estudiante de la licenciatura en Terapia Ocupacional, en la Universidad de Buenos Aires.

Realice el curso anual de Acompañamiento Terapéutico en At Lazos, comenzando en el mes de agosto del año 2014, y finalizándolo en el mes de julio del año 2015.

Asistí a las clases de teoría, y clínica. Y luego, una vez aprobado el examen, comencé con la parte Práctica clínica, y mi supervisión.

La Institución elegida fue el Hogar San José ubicado en la Ciudad de San Miguel, donde se alojan niñas y adolescentes cuyos derechos fueron vulnerados y se las ayuda en su crecimiento personal.

Comencé en el mes de marzo, y finalice mi Práctica en el mes de julio, asistiendo una vez por semana, con encuentros de dos a tres horas, lo cual fue lo pedido por los profesionales del Lugar.

Mi primer reunión en la Institución fue un día sábado, en el que se establecieron las pautas de lo acordado, y junto con las profesionales, tanto la tutora como la directora ambas licenciadas en psicología y encargadas de la atención de las niñas, me presentaron la Institución y mi paciente a acompañar, contándome acerca de los motivos de la elección y los objetivos a alcanzar.

En mi caso durante mi práctica fueron dos los pacientes que conocí, ya que con la primera joven surgieron inconvenientes y fue necesario que se realice un cambio.

Me relacioné en mayor medida con la tutora de las niñas, un poco menos con la directora y en muy pocas ocasiones con la Trabajadora social que también me aportaba información sobre ellas.

Mi primer paciente, Daiana, de 16 años de edad, se encontraba en el Hogar debido a adicción a diferentes drogas, al igual que sus padres, estos con antecedentes en situación de calle en reiteradas ocasiones, asilo en Hogares y tratamientos no realizados, provocaron la necesidad de que su hermano menor de 11 años de edad sea dado en adopción y ella recibida en la Institución.

Se encontraba muy sola, ya que no compartía mucho con otros. Además de esto necesitaba completar su tratamiento.

La Institución me pedía acompañar a Daiana a sus turnos en el grupo del CPA, Centro Provincial de Atención a las Adicciones. Esto no fue conveniente desde la Supervisión ya que era mi práctica y no un contrato laboral. Podía ser riesgoso en cuanto a un accidente o mala conducta por parte de la adolescente. Como escaparse, o querer viajar hacia otro lugar. Sabiendo también que en otras oportunidades había abandonado el Hogar.

Se concluyó un acuerdo en que exclusivamente la acompañaría con un profesional o familiar junto a nosotras. Por lo tanto la única vez que pude acompañarla estuve junto a ella en el grupo pero con la presencia de su tutora.

Finalmente al asistir a mi cuarto encuentro con ella me cuenta la directora del lugar que Daiana no quería tener un acompañante, que había consumido y al llegar muy agresiva, comenzó a agredir verbalmente y tirar piedras al colegio ubicado dentro del Parque de la Institución. Fue ese mismo día cuando la directora por protección tomo la decisión de elegirme una nueva paciente, con quien luego completaría el periodo de mi práctica.

Es ese el momento en que presentan a Sofía, una niña de 13 años que convivía en el Hogar hacía dos años.

Hija de padres separados, ingresa debido a que su mamá presentaba adicción al alcohol, y su padre a las drogas, por este motivo repite en dos ocasiones y cursa el sexto año de la educación primaria.

Tiene dos hermanas, una bebé fallecida, que se desconoce concretamente cómo sucedió el hecho, luego durante los encuentros Sofí habla acerca de que le contaron que su Padre mató a su hermanita, fruto de la pareja con quien formó una nueva familia.

Sofía tiene una hermana mayor, quien es hija de su mamá y su ex pareja, se cree que fue abusada por el padrastro (Papá de Sofí). Esta joven vive con su novio, y tiene un bebe que es criado por la familia del padre del niño.

Sofía y su mamá vivían juntas, es por eso que al tener seguidas recaídas no podía cuidar de ella, en una ocasión al estar alcoholizada se descompuso y la niña se encargó de llamar a la ambulancia, desde ese momento se comenzó con el traslado a una Institución.

Tiene también dos abuelos por parte de su padre, a quienes visita durante los fines de semana largo, luego por parte de su madre a su abuela fallecida de cáncer, y su abuelo sin poder verlo por estar degustado con su mamá. Con sólo un tío que se suicidó, su círculo familiar es muy reducido y de poca suficiencia como para cuidar de ella.

Sofía tenía fuera del Hogar su encuentro con su psicóloga una vez por semana, de esta manera se le realizaba un seguimiento y también se cuidaba de su salud emocional. Sucedía que no hablaba mucho con los profesionales, y uno de los objetivos del acompañamiento era establecer una relación en la que ella pueda hablar y conversar acerca de lo importante, y así poder ser yo quien a través de informes o en comunicación directa lo transmita. Como a su vez insistir en que hable más en sus entrevistas.

Se me pidió al igual que en el caso de Daiana que la acompañara en su tratamiento fuera del Hogar, una vez más especifiqué que sólo lo haría con la compañía de alguien más. Esto finalmente no se concretó y sólo realice el acompañamiento dentro de la Institución.

Otro motivo fue que por su edad debía pasar al siguiente grupo de adolescentes, y ya no

pertenecer al de niñas, lo cual le cambiaría la rutina, su habitación y sus compañeras en nuevas actividades. Sofía no quería hacerlo, pertenecía a un grupo de niñas de su edad y más pequeñas en el que se sentía a gusto. Un objetivo más, motivar e impulsarla a que realice este cambio.

Dadas las indicaciones y los objetivos, ¡comenzamos!

Durante los primeros encuentros Sofi me hablo mucho de sus intereses, desde la simpleza de sus gustos musicales, las películas que miraba, los videos de You tube que tanto le gustaban, lo feliz que la ponía que la visite su mamá los días sábados, su hermana mayor durante la semana, e ir a la casa de sus abuelos.

No mucho acerca de su papá, pero sí de sus ganas de irse con su mamá. Conociendo que

tratamiento realizaba, me dijo en nuestro primer encuentro «Yo no estoy por nada malo, mi mamá se desmayó y yo llamé a la ambulancia». No me expresaba con claridad la verdad de su situación, sólo hablaba de que no iba a estar mucho tiempo y que ella era diferente a otras chicas del Hogar, hablaba de sus compañeras, de sus diferencias con su ropa y gustos musicales.

Sofía antes de su llegada al Hogar vivía en Palermo, perteneciente a una familia en buena

situación económica a diferencia de muchas otras niñas convivientes, se los expresaba y mediante llamarse «cheta» se alejaba, o realizaba comentarios, explicando que eran las demás quienes la cargaban, criticaban y se alejaban porque no les gusta su música. Esto tenía mucho que ver en cuanto a lo pequeño que logró ser su grupo de amistades, compartir con niñas más pequeñas, y ser la líder.

Durante los encuentros tuve la oportunidad de conocer a su hermana mayor, su vestimenta y sus gustos musicales muy semejantes a los de Sofía, daban indicio de las características de su relación. Sofía la admiraba, le gustaba compartir tiempo y también imitarla.

Durante la práctica se comprobó cuanto Sofi se identificaba con ella.

Vez tras vez hablaba de sus compañeras, y sus dos mejores amigas, de sus peleas, sus

travesuras, y también sus momentos tristes, como en una ocasión, cuando le robaron su celular.

Otro momento difícil para ella: cuando dejó de recibir las visitas de su mamá porque no cumplía con el tratamiento en la adicción al alcoholismo, la extrañaba mucho, y habiendo crecido su relación conmigo, me hablaba de lo triste que se sentía al no poder verla, que iba a insistir para que lo haga, y así poder irse pronto.

Pasaba el tiempo y aún más confirmaba el hecho de que era Sofía quien elegía no compartir con sus compañeras, me comentaba que era a mí a quien le contaba más cosas y que en nadie podía confiar. Descubrí que a sus mejores amigas tampoco les contaba mucho, cuando en un principio se creía que sólo sucedía eso con los profesionales, no, Sofía no tenía muchas relaciones, ni amistades que hagan un poco más agradable su día a día en el Hogar y sin la visita de su mamá.

Comencé a darme cuenta lo importante que estaba siendo para ella, cada encuentro continuaba al otro, en conversaciones, temas, ideas y planes. Sabía que su hermana también era muy importante en su vida, pero al comenzar un nuevo empleo y no verla todas las semanas, era conmigo con quien compartía más tiempo, me pedía que la visitara un día más en la semana para no estar tan aburrida.

Alcanzamos más objetivos, cambió su psicóloga lo cual le gustó mucho, hicimos actividades como pintar en tela, recorrer el parque, comer algo que le guste, jugar, ver videos, escuchar música, y sobre todo compartir y hablar lo que ella necesitaba. Sofía se sentaba y podía pasar mucho tiempo hablándome sin aburrirse, si dejaba de hacerlo pensaba en que más estaba olvidando contarme.

En oportunidades se acercaban otras niñas a nosotras, querían ver que hacíamos y también jugar,

A Sofía esto no le gustaba, quería que jueguen en otro lado.

Sabía que tenía contestaciones feas, hablábamos sobre eso y reflexionábamos sobre el

compañerismo.

El hablar sobre las relaciones con sus pares fue constante.

Un momento difícil durante la práctica fue cuando me cuenta que estaba triste porque falleció la bebe recién nacida de su papá, me dice que su mamá le dijo que él la mató, como a su hermanita asfixiándola con la almohada mientras estaba en el Hospital.

Cometí el error ante esas palabras de no preguntarle mucho más, y demorar en mi aviso a las profesionales debido a que quería poder decírselo personalmente, y no en un informe, finalmente lo escribí, y en cuanto se enteraron me preguntaron acerca del tema. Sofía no quería hacerlo, pero le pedí que lo haga sino iba a ser yo quien lo comunicara y así fue. Luego hablaron con ella y continuaron encargándose de la declaración, considerando que podía ser solo una anécdota, o un mal comentario elaborado, pero que ellas se iban a encargar de hablar y hacer lo necesario.

Durante el último mes de acompañamiento su mamá logra poder visitarla nuevamente ya que retomó su tratamiento. Muy contenta por esto y no mucho porque yo iba a estar sólo un tiempito más con ella, en cada encuentro finalizando la práctica me lo hacía notar, me preguntaba la fecha de la última vez que nos veríamos, me pedía que la visitara más, que le había contado a su mamá acerca de mí, «Su acompañante Ayelén», me preguntaba si nos íbamos a seguir viendo o hablando, e inclusive mencionó la posibilidad de tener una madrina dentro de la Institución como algunas de sus compañeras.

Como idea para cierre de nuestro último encuentro y que a ella le aporte un beneficio además de un buen recuerdo, se me ocurrió preparar una cajonera pequeña para que guarde sus pertenencias, ya que en una oportunidad me mostró su armario y noté que no tenía donde guardar algunas cosas, como sus pulseritas, collares, dinero, maquillaje, y demás cosas de su edad. Como también lo tenía decorado con figuras y recortes de lo que le gustaba, para que este regalo sea aún más único y lo hagamos juntas, le sugerí decorarlo también, y la idea le gustó aún más.

Elegimos lo que quería adherirle, me encargué de imprimírselo, y en cada encuentro hacíamos algo diferente con la cajonerita, una vez lijamos, otra vez pintamos. Y en los dos últimos encuentros pegamos las imágenes y la barnizamos.

Me contó que le gustó mucho, participó constantemente ideando y creando a su gusto la

decoración.

En el espacio de supervisión surgió la idea de que junto con la cajonera Sofía reciba un cuaderno, no íbamos a seguir viéndonos, por lo tanto que pueda escribir todo aquello que le gustaría contarme, también lo que no quiera contarle a otros, pero en lo posible si ella lo desea, escriba y lo muestre o lo cuente luego a alguien más. Dijo que sí muy alegre.

El último encuentro fue previo a sus vacaciones de invierno, iba a pasar los días en la casa de sus abuelos, y seguramente allí también recibiría las visitas de su mamá.

Si sucedía que era el día viernes que decidían ir a buscarla, iba a pedirles a sus abuelos que la pasaran a buscar el día sábado y así poder pasar un día más juntas y terminar el regalo. Se dio de esa manera, Sofía pudo compartir el día viernes como último encuentro junto a mí.

Le pregunté en que creía que le sirvió que sea su acompañante, me dijo que pudo compartir su tiempo conmigo, se divirtió, aprendió, y me contó cosas que a nadie le pudo contar.

Nos despedimos y finalizó nuestro encuentro diciéndome «Te voy a extrañar».

Pude estar y ser herramienta en su vida y en la Institución, Y aunque el tiempo fue muy breve, resultó ser muy enriquecedor, como experiencia y como aprendizaje.

Algunas palabras acerca del trabajo de Ayelén López (Por Sandra Sarbia)

Con respecto al primer breve acompañamiento solamente podría decir que fue levantado desde nuestra institución con la finalidad de cuidar en primer lugar al At. que recién comienza su formación y en segundo al paciente. Intentamos, y esto está conversado con las instituciones donde realizamos prácticas, que el At. no reciba para acompañar un paciente de algo grado de riesgo (sabiendo que en ocasiones, el At. acompaña pacientes muy graves), al menos como primeras experiencias que puedan resultar frustrantes o generar grandes malestares.

De igual modo, nos pasa a veces que el At. recibe aún así pacientes en exceso graves y/o se le indica que acompañe situaciones que revistan riesgos importantes, en estos casos: lo frenamos o desviamos desde nuestra institución.

Y con respecto al acompañamiento a Jennifer: nos encontramos con una niña que minimiza su exclusión del hogar: «no ocurrió nada grave, mamá se desmayó y yo llamé a la ambulancia». No menciona los episodios que seguramente debe haber tenido que presenciar. Salva a su madre y con ella a toda su historia. Debe de haberla pasado muy mal como para conservar en su relato la verdad de su necesaria llegada e inclusión en el hogar para quedarse allí hasta nuevo aviso. Y no debe ser fácil enfrentarse a los 11 años (momento de su inclusión) ni a los 13 años (momento de comienzo del AT.) con semejante historia familiar. Hará falta mucha vida en el medio para revisar su historia y encontrarse con algunas verdades tolerables. Uno sostiene la verdad que puede tolerar.

Aún todo lo que deber haber vivido, Sofi espera volver a su casa con su mamá. Espera y confía en que su mamá algún día hará lo que tiene que hacer una mamá para tomarla. Así mismo se agarra fuertemente de su hermana mayor. Pareciera que Sofi no quiere crecer, expresado esto en su rechazo a pasar de grupo hacia uno de más edad. Crecer tampoco debe ser fácil para quien viene presenciando (en los mayores que estuvieron a cargo de su crianza) situaciones de abuso, violencia, adicciones y hasta la posible matanza de sus hermanitos.

Parece estar muy afectada por las críticas de sus pares y desde aquí, la relación con éstos le cuesta enormemente. Desde esto, casi no establece relaciones con los demás.

Y el espacio de AT representa un espacio de escucha y reflexión hacia donde destina lo que no puede contar a nadie, de ese modo encuentra a quien contarle sus cosas. Entre ellas, algunos secretos que no parecen haber estado puestos en relato a los profesionales del hogar. Secretos que podrían cambiar su historia si alguien los agarra: la posible matanza de un bebé a manos de su padre.

Se construye con el At. un espacio de confianza que parece encontrar su correlato en la

construcción de una repisa juntas (una cajonera donde guardar sus cosas) y la aparición de un cuaderno hacia el final con la premisa de anotar sus cosas pero abierto a la posibilidad de contar con alguien si le parece necesario.

Enero de 2016