Escritura del caso: Soy

Autora: Lic. Daniela Panzardi

E mail: danipanzardi@hotmail.com

El siguiente escrito fue presentado en la «2ª jornada: La Práctica del Acompañamiento Terapéutico. Un Dispositivo de Trabajo» realizada el 28 de septiembre de 2006, organizada a través de At Lazos y la Universidad Argentina John F. Kennedy

Fernando es un paciente del hospital Borda. Esta allí desde hace ya cuatro años, a raíz de una pelea que tuvo con un paciente de otra institución, lugar en el que se encuentran personas con deficiencias mentales.
Es remitido al hospital por la policía. A través de los datos recopilados en su historia clínica, ésta es la versión “oficial” que figura acerca del ingreso de Fernando al hospital.

Fernando contará en el transcurso del acompañamiento otra historia, en la cual el punto de coincidencia entre la historia oficial y la relatada por él, es la pelea. El paciente remite que él se encontraba en la puerta de la casa de su tía tomando mate, un barrendero borracho se le acerca, le pide un mate, se lo niega, entonces éste le rompe el brazo, su tía llama a una ambulancia y a partir de aquí él queda internado en el Borda. Esto genera en Fernando mucha bronca y un gran engaño, pues su tía fue quien lo dejo ahí, para no verlo nunca más y por otro lado él no tuvo nada que ver en esa pelea, fue todo culpa del barrendero borracho, que le tenía bronca y le pegó.

Fernando sostiene la idea que lo engañan y le quieren hacer el mal.

A lo largo del acompañamiento, Fernando me dice que su tía es una mujer muy mala, que no le cuenta donde está su madre, que su madre está muerta, idea que él sostiene a partir que la tía le hace el comentario que a su madre no puede verla, esto es traducido por Fernando como, “mi madre está muerta”, y mi tía no me dice donde la puedo visitar. Esta situación a Fernando lo angustia mucho y son muy pocos los encuentros en los que no hace referencia, sostiene que su tía es una persona muy mala y que ni siquiera le permite estar cómodo en la casa cuando va a visitarla. Fernando tiene permiso de salida los fines de semana, y la mayoría de ellos concurre a la casa de la tía, él da como un hecho que su tía tiene que esperarlo, porque ella sabe muy bien que él va para allá. Aquí le sugiero a Fernando que le avise a su tía telefónicamente cuando va a ir a su casa, que la predisposición de ella va a ser mejor al recibirlo, además así no corre el riesgo de ir y que ésta no se encuentre. Toma esto como una posibilidad, aunque insistiendo en que ella ya sabe que él va. Fernando refiere que su tía está en la casa pero no sale para no verlo. Le sugiero que él podría también salir a caminar y de paseo, volver por la tardecita a dormir al hospital o ir de su tía  y no pasar todo el día en esa casa, en la cual no se siente cómodo.

Por otra parte en referencia a su historia familiar, Fernando supone que su tía debe quererlo porque es su única familia, repite mucho que él no tiene a nadie,  esta tía y se acabó y que se siente muy solo, es por esto que le gustaría conocer una novia, pero que por el hospital pasan muchas chicas pero todas se van. Mi intervención allí parte de decirle a Fernando que no es aquí donde encontrar una novia, que las chicas a las que él refiere son enfermeras, doctoras, asistentes sociales, acompañantes terapéuticos. Y le sugiero que ya que le gusta escribir puede acercarse a la radio “Colifata”, leer sus poemas y que puede conocer gente nueva y hacerse de un grupo de amigos y amigas.

En referencia al tema de la novia, es algo que insiste en el curso del acompañamiento, aquí los límites se hicieron bien fuertes. Fernando me decía yo no sé que pasa, soy un chico bueno, soy un chico honesto, no soy homosexual, soy trabajador, soy cariñoso, soy una buena persona.

Describía todas sus características, al final me decía si cuando se terminaba el acompañamiento no podíamos hacer alguna salida juntos, a lo cual me negué y le sugerí a Fernando que todo lo que él me contaba, los poemas que me relataba o que en ciertas ocasiones decía querer dedicárselos a una novia, los escribiera en un cuadernito. A la semana siguiente le llevo un cuaderno, este “regalo” le encantó, dijo guardarlo siempre como un tesoro, y que era una buena idea poder escribir todo lo que le pasaba.
A partir de aquí se produjo un giro interesante, empezó a presentarme como una amiga cada vez que yo llegaba al hospital y él estaba con algunos compañeros y a los  profesionales como su acompañante.

Cada vez que me contaba algo, Fernando me pedía por favor que no se lo dijera a nadie, porque la gente estaba en contra de él y esto era porque “los demás no saben quien soy”. 
Un día llego al hospital y Fernando estaba muy angustiado, parecía disperso y no tenía intenciones de hablar, me pide perdón y me dice que no va a hablarme, le digo que está bien, que respeto su decisión, que yo me iba a quedar sentada un ratito en el bar y que si en ese tiempo cambiaba de idea, no tenía más que acercarse y contarme lo que le pasaba o lo que tuviera ganas.

Fernando se va a buscar un café, vuelve y se sienta a mi lado, me dice no “soy  perfecto”, hay gente que no lo entiende, hace referencia a una discusión que tuvo con la enfermera, debido a que ésta le pide un favor y él no tiene ganas de hacerlo porque está cansado, entonces ahora tiene miedo que esta mujer anote en el libro que le saquen la salida de fin de semana, porque es seguro que esto va a pasarle, “no me dejan ser feliz y es porque no saben”. Le pregunto que es lo que no saben, me dice que mejor me lo cuenta el martes que viene, porque es algo muy delicado, que a mi sí me lo quiere contar, porque “soy la única persona en la que él puede confiar, su única amiga y la única que le da la posibilidad de hablar, lo escucho y además se nota que soy  buena”.

Al encuentro siguiente Fernando dice haber estado triste, por lo sucedido la vez anterior, le digo que no hay de qué preocuparse ya que pudimos hablar, que yo no estoy enojada, como él pensaba. Me dice que me quiere mucho y que me va contar su gran secreto.
Me dice sabes lo que pasa, que nadie entiende nada, yo soy Dios. Le pregunto acerca de esto, como fue que él supo esto, qué es lo que sucedió. Entonces me cuenta que el mundo como tal no existía, que era todo oscuro, y de golpe chocaron dos piedras gigantes, y con ese estruendo impresionante, se produjo una iluminación, que casi no se podía ver, pero allí aparece otra luz pequeñita, como si fuera una linterna, ese soy yo. Y así empecé a crear todo, todo lo que ves lo creé yo, pero bueno hay cosas que fallaron, porque Dios es mentira, no es perfecto, yo no soy perfecto.

Al terminar este relato me dice basta no quiero seguir hablando, ahora hablemos de otra cosa, me dice que hay un tema que lo preocupa mucho que es su pensión, que por qué si otros ya la cobran él aun no. Aquí  hubo todo un trabajo referido a la espera y a que pudiese entender que la asistente social no estaba en su contra sino que esto corresponde a la justicia y a una contestación por parte del juez, al pedido ya hecho por la profesional, si bien este tema no fue fácil, Fernando pudo plasmar su ansiedad pensando en lo que iba a hacer cuando recibiera el cobro.

El fin del acompañamiento lo empezamos a trabajar un mes antes, en el ante último encuentro Fernando quiere darme el cuaderno para que yo lo tenga como un recuerdo de él, propuesta que no acepto, proponiéndole llevármelo por una semana, hasta el próximo encuentro así era yo quien le escribía algo a modo de cierre. Fernando acepta esta idea de buen modo y me pide que acordemos que aunque sea una vez por mes lo voy a visitar en el hospital.
Le doy por sentado que el día que voy a pasar por allí, será sin dudas la fecha de su cumpleaños.

Así fue como a la semana siguiente, Fernando me esperaba con una gran sonrisa, y diciendo que no iba a llorar porque ya lo había hecho antes y que además él se quedaba con el cuadernito, el cual era un tesoro y cada vez que se pusiera mal, ahora tenía algo a donde recurrir.
 

El trabajo con Fernando consistió en poner límites, que hicieron su recorrido desde el primer encuentro hasta el último, como también plasmar la masividad con la cual este paciente se maneja, una frase repetida era que las cosas no se dan de un día para el otro, que para llegar a los objetivos hay que ir pasando etapas. Era necesario en Fernando posibilitar una vía de contención y escucha. Como también tener presentes diferentes actividades, como recortar dibujos de las revistas, contar chistes o hacer alguna manualidad, esto último fue de gran atractivo para él. Llegando al fin del acompañamiento, Fernando me dice que ese fue uno de los días que más le gustó, ya que fue algo diferente y que era un regalo de navidad, estábamos por la fecha, aquí el paciente me había pedido que fuera al hospital a pasar las fiestas con él, por supuesto no accedí a este pedido y le propuse que hiciéramos un brindis, el día que yo iba al hospital en la semana de las fiestas. Acepta, para fin de año, se repite la escena.
     

Septiembre de 2006