Porque de a dos es más fácil

Autora: Priscila Muzyca

E mail: priscilamuzyca@hotmail.com

(La siguiente es una presentación clínica expuesta en el 5° encuentro de Ats – Ciclo 2014, el 24 de enero de 2015, cierre anual, en la Asociación Civil At Lazos)

Mi nombre es Priscila Muzyca. Soy estudiante de Psicología y en marzo/abril del año 2014 comencé el curso de Acompañamiento Terapéutico en At lazos al que hoy damos finalización. 

Después de varios meses, 7 para ser más exactos, de gran aprendizaje teórico en el mes de Octubre comencé las prácticas. Decidí concurrir al hospital José T. Estévez. Así que con muchas ansias, nervios y ganas el 15 de Octubre entré por primera vez al hospital. 

Dedicamos 7 encuentros a conocer cada uno de los talleres que se dictan en el

C.R.E.A.R cuyas siglas remiten a Coordinación​ en Rehabilitación, Educación y Actividades Recreativas. Recorriendo y siendo parte de cada taller pude no solo conocer la modalidad de trabajo sino a muchas de las pacientes internadas en el hospital. 

El día 02 de Diciembre por fin llegó el día en que conocí a Paloma. Ingresó al hospital hace poco menos de un mes acompañada por su padre. El motivo de su llegada al hospital es una descompensación psicótica. En ese momento Paloma presenta parcial conciencia de situación y nula conciencia de enfermedad. 

Paloma tiene 19 años y esta es su tercera internación en el hospital pero no la tercera en su vida. Paloma conoce varias instituciones de salud mental. 

El acompañamiento fue solicitado por el psiquiatra de la sala y asignado a mí por mi supervisora en el hospital quien también es At.

Conozco a Paloma ese mismo 02 de Diciembre. Se encuentra acostada durmiendo en un sillón. Estoy acompañada por otra at y una psicóloga del C.R.E.A.R. lo primero que me comenta es que ella también tiene un piercing en la nariz como yo y comienza a hablar de su familia con nosotras. Note que Paloma estaba con ganas de contar sobre ella y su historia. Le pregunté si ella tenía ganas de llevar adelante un acompañamiento conmigo, me dice que sí. 

El psiquiatra de la sala me dio como indicaciones trabajar sobre los límites y la contención. Que Paloma encuentre un lugar en el hospital fuera de la violencia y la resistencia. Que encuentre alguna forma de canalizar su ansiedad. Dispongo algunos lineamientos terapéuticos como reforzar indicaciones y autoridad de los profesionales, buscar una forma de canalizar la impulsividad para reducir episodios agresivos y propiciarle a Paloma herramientas para reducir autolesiones. 

Paloma es muy autoritaria, no comparte, no pide permiso, perdón, no agradece, empuja y toma cosas quitándolas de las manos. Se enoja mucho cuando no consigue lo que quiere. 

Con Paloma trabajamos mucho el tema de su ansiedad y su forma de comportarse.

Fueron a mi entender las dos vías por las que ambas transitamos este camino. Durante los primeros encuentros Paloma actúa de forma agresiva con sus compañeras y comenta episodios violentos tanto con el personal del hospital como con otras internas. 

Estas situaciones dieron lugar a mis primeras intervenciones como At. brindándome como otro sujeto, como sostén en los momentos de crisis por la elaboración de un vínculo que me permitía responder y dialogar. Paloma expresaba que ahí dentro (refiriéndose al hospital) no podía hablar, que sus compañeras están todas locas decía y con el doctor hay cosas que no voy a hablar. 

El problema de Paloma para manejar su ansiedad y sus estallidos emocionales con descontrol impulsivo en los que todo es motivo para el enojo llegan a la agresión tanto física como verbal y en ocasiones se convierte en peligroso para sí misma. En numerosas oportunidades Paloma fuera del hospital procedió a infringirse cortes en sus antebrazos y en una oportunidad se encontró muy cerca de la muerte debido a esto. 

Desde mi rol trato de contener a la paciente ofreciéndome como sostén de modo que pueda manifestar su angustia de modo constructivo. Buscamos de esta forma encontrar un quehacer con ésta, llevarla por otro camino distante al único que conoce Paloma en ese momento que es la agresión. 

A lo largo de nuestro recorrido encontramos, juntas, formas en las que puede canalizar algo de esto. Así en un primer juego de cartas Paloma se enoja muchísimo y golpea la mesa en la primera mano que pierde. La desilusión en ella se convierte en ira y frustración. Esta ira es dirigida hacia otros, lo expresa insultando y golpeando. Estos episodios son constantes. Los episodios de autolesiones se encuentran, creo yo, ahora enmascarados. Dentro del hospital ya no se corta sus brazos pero aún así en cada uno de nuestros primeros encuentros Paloma presenta distintos tipos de lesiones ocasionadas por treparse en árboles, por golpearse con muebles, morderse, etc. 

Exploramos otros caminos para esa ira, esa frustración y debido al buen vínculo que se generó y el lugar que me dio Paloma en el acompañamiento, situándome en una red familiar, manifestando a veces “ojalá fueras mi hermana”, “te pareces a lo que hubiese sido mi hermana” encontramos un buen camino en el humor. Así en una ocasión la​ saludo y la interrogo por su mano vendada, comenta que se cayó de un árbol, a forma de chiste le digo que pensé que acompañaba una señorita no una monita, se tienta y me dice que acompaño una señora. Intervengo diciéndole que debe cuidarse un poco más que las señoras se cuidan, se ríe y me dice que no se va a trepar más.

El objetivo era buscar un camino positivo en el que Paloma se sintiera cómoda, escuchara y en base a eso pudiera trasladar esos sentimientos que la agobian. 

A medida que pasan los encuentros Paloma se encuentra más calmada y menos violenta, esto lo declara ella, sus compañeras y también su psiquiatra. Sin embargo al llegar, en una ocasión Paloma se encuentra exaltada, muy ansiosa, camina de un lado al otro, mueve sus manos y grita. Pregunto por su conducta y me asegura que es debido a la visita de su nueva pareja quien llegará al hospital en unas horas. Le propongo que hagamos algo, así se le pasa el tiempo más rápido, me responde que el tiempo pasa siempre igual, me río y le digo que tiene razón pero que si nos mantenemos ocupadas en otra cosa no vamos a estar pendientes del tiempo y cuando se quiera dar cuenta habrá pasado mucho tiempo. Me dice que nunca hizo eso, que probemos… 

Saco unas hojas, fibras, nos ponemos a dibujar, dibuja corazones y escribe el nombre de su pareja en todas las hojas. Le pregunto acerca de los dibujos y me dice que está enamorada, que por eso los corazones. Le cuento que yo sé hacer corazones de origami que puedo enseñarle, se rehúsa explicitando “yo no puedo hacer esas cosas no me da la cabeza”. Intervengo preguntándole de dónde sacó esa idea, que a mí no me parece que sea real, sonríe, le acerco una hoja nueva y le propongo que imite lo que yo hago. Acepta. Doblo la hoja de a un paso por vez mientras se lo muestro y explico, ella imita conmigo a la perfección interrogando cada dos pliegues si falta mucho. Cuando lo ve terminado se asombra y me pregunta si quedó bien, le digo que mejor hubiese sido imposible se alegra y me abraza. En un primer momento ese corazón iba a ser un regalo para su novio, sin embargo cuando lo sostiene en sus manos Paloma me mira y me dice “lo voy a guardar para mostrar que me da la cabeza”. Le digo que me parece una idea excelente.

Cada vez que me dirijo a buscar a Paloma a la sala, ella esté donde esté, al verme comienza a gritar mi nombre y se acerca a mí corriendo. Me abraza con fuerza y me da un beso. En ocasiones nos encontramos cerca una de la otra pero en otras oportunidades me ve desde lejos. Aun así ella se acerca corriendo y gritando. A la hora de retirarme, la saludo, me despide también con un beso y un abrazo pero mientras camino me grita y me comenta cosas, en una oportunidad me acerco a

Paloma y le​ explico que no puede andar gritando por ahí siempre, que tiene que acercarse para hablar, conmigo o con quien sea, le pregunto qué es lo que quería decirme, me lo dice volvemos a saludarnos y cuando estoy caminando a la salida ella me saluda con su mano sin gritar. 

Esta situación se convierte en costumbre de Paloma, ya no va gritando por el hospital y se acerca a saludar a la gente.

En una ocasión a mitad del camino de nuestro acompañamiento nos encontramos con Paloma sentadas bajo un árbol jugando al veo veo, se ríe cuando no adivina y festeja cuando gana. Me expresa claramente que ella no pierde sino que yo soy la que gana y se ríe. Transcurridos veinte minutos se acerca una compañera y acusa a Paloma de haberle robado un atado de cigarrillos, Paloma se enoja, grita y dice no ser una ladrona. Le propongo que vayamos a caminar así se tranquiliza, acepta y caminamos por el parque, le pregunto por la situación vivida y me explica que ella sí robo los cigarrillos. Le pregunto qué le parece esa actitud, responde: “Mal, estuve mal, es que no me controlé, si vos me acompañas le pido perdón”. Le digo que no hay problema con eso, que puedo acompañarla. Nos dirigimos al comedor, llama a su compañera y cuando ésta se acerca, Paloma le explica que ella fue quien tomó el atado, que está arrepentida y que le pide disculpas de todo corazón, le promete que no va a volver a pasar. Su compañera acepta las disculpas y le agradece la sinceridad. 

Nos encontramos próximos a las fiestas, en el playón del hospital está todo decorado por navidad y están pasando música. Paloma me propone quedarnos a escuchar música, le digo que me gusta la idea. Mueve los pies al ritmo de la música, le pregunto si quiere bailar, me contesta que no sabe bailar y que le da vergüenza, le explico que no necesita ser bailarina para bailar y divertirse como sus compañeras, me agarra las manos y bailamos juntas. Se ríe y hace chistes, pasa alrededor de una hora, Paloma habla con sus compañeras mientras todas bailan. 

Volvemos a la sala y una enfermera le comenta a Paloma que su madre llamó y que esa tarde va a ir al hospital a visitarla, Paloma grita, me abraza y empieza a saltar gritando “mi mamá, viene mi mamá”. Le pido que se calme, lo hace pero aun así está muy ansiosa, me pregunta cuánto falta para que su madre llegue, le contesto que falta un rato para la tarde, que tiene que esperar, le recuerdo que a las 13.30 hs. en el playón van a reunirse todas y van a dar comienzo al festival. Que trate de ir a divertirse y así se le va a pasar más rápido el tiempo, que cuando su mamá llegue le van a avisar, que no se preocupe. Paloma me comenta que va a almorzar y después va cambiarse porque así no puede ir al festival, “Me voy a poner más linda”. Le digo que me parece muy bien, que coma, se arregle y vaya a divertirse, que va a ser lindo y además se va a pasar más rápido el tiempo. Me dice “Claro, como la otra vez que me dijiste y se pasó rápido” claro, como la otra, vez le respondo. 

Faltando dos semanas para que finalice el acompañamiento, Paloma me recibe como lo estuvo haciendo el último tiempo, moviendo las manos, corriendo hacia mí pero sin gritar. Me saluda con un beso, me abraza y se pone a llorar con mucha angustia. Me cuenta que está llorando y angustiada porque se había escapado del hospital. Comienza a contarme que se quiere ir, que por eso se escapó, le pregunto por qué se quiere ir y me dice “Acá no puedo hacer lo que quiero”. Intervengo cuestionando qué es lo que quiere hacer que ahí no puede, dice no saber. Entonces le pregunto cómo y cuándo volvió, hace referencia al miércoles y que volvieron solas (ya que salió del hospital con una compañera), intervengo preguntándole para que volvió si tanto quería irse a lo que responde, “porque hoy es jueves y venías vos”

Le explico que ella tiene que esperar paciente en el hospital a que tenga paseo o el alta para salir, que si está ahí es por su bien y que si está cansada de estar ahí sería una buena idea que busque cosas para hacer así se hace más llevadero el día, que practique las cosas y juegos que aprendimos juntas con otras compañeras, que conozca los talleres y que busque formas para divertirse. Ese mismo día me despido de Paloma me acompaña hasta la puerta de la sala y cuando me retiro me dice “Gracias por no retarme que me escapé”. Le expliqué que no me gusta que se haya escapado porque no está bien y le puede pasar algo pero que yo no soy ni de seguridad del hospital ni su doctora, que yo nada más quiero que entienda porque a mí no me gusta que se vaya. “Sí, ya sé, es peligroso” responde. Me da un beso y un abrazo.

Para nuestro siguiente encuentro quedando sólo dos encuentros más antes de finalizar el acompañamiento, Paloma escapa de nuevo del hospital pero regresa para nuestro último encuentro. 

A lo largo del acompañamiento se vieron cambios en Paloma y se hizo carne de las herramientas que juntas conseguimos para ella, a pesar de que el cierre fue un poco diferente a lo pensado, pudimos llevarlo adelante. En esta última oportunidad Paloma me mostró el corazón de origami que hicimos juntas y me dijo “Lo voy a guardar siempre porque ahora sé que puedo hacer más cosas y alguien quiere que esté bien” 

At.: Priscila Muzyca, enero de 2015

Acerca del AT de Priscila Muzyca: 

Quisiera rescatar algunas acciones tácticas por parte de la At., tendientes a que la paciente pueda hacer otra cosa con los impulsos a los que la conduce su ansiedad. Sabemos desde el comienzo que ella “es mandada y agresiva” según nos informaron, que hace falta contención y límites que no encuentra sola. Y por este costado vinieron las indicaciones de trabajo para con ella.

Al comienzo su At. es presentada como “es sólo mía”, parece que la paciente ahora tiene algo y precisa exclusividad. Más adelante no querrá perder unos minutos del AT. ha dejado entrar a su At., le encuentra utilidad al dispositivo y lo aprovechará.

En su trayecto acelerado, ella se lleva a una enfermera puesta, roba sin parar a pensar si está bien o mal lo que hace, no soporta perder al juego, entre otras cosas. De la mano de Priscila puede parar para reflexionar y acompañada por ésta, pedir perdón estableciéndose una diferencia en su manera de conducirse. Ahora teniendo en cuenta al otro y lo que su acto podría ocasionarle.

Como herramientas tácticas la At. propone la hechura de manualidades. Una manera de aplazar la espera, haciendo algo que pueda interesarle. En adelante la paciente tomará esto y lo propondrá ella misma como algo que parece haberle servido para que misteriosamente “el tiempo pase más rápido”. Un corazón de origami, una pulsera que la enlaza al otro. Y es aquí que aparece su alegría por poder terminar algo al tiempo que se demuestra que la cabeza le dio para hacerlo, cosa que no parecía ser posible sin la intervención de la At. que la conduce a empezar , terminar lo que se empieza y obtener satisfacción por haberlo logrado.

Respetar los pasos de un juego: el veo veo se juega con todas las palabras del medio. Esto posibilita que el placer no esté puesto solamente en ganar (o en no perder) sino también en jugar. El juego produce placer por el jugar en sí mismo pero si no soportamos perder, la cosa se complica.

Otra de las propuestas fue la cocina: herramienta óptima para trabajar el aplazamiento que su vida necesita. Frente al apetito, podemos abrir la heladera y comer lo primero que encontremos o bien podemos pensar en un plato deseado. Para esto, precisamos buscar una receta, conseguir los ingredientes, reunirlos en proporciones adecuadas, tal vez usar el horno para su cocción, dejar enfriar para luego recién comer. Entre la sensación de hambre y el ingerir pasaron un tiempo y un trabajo tendiente a producir eso que quería. Hacia el último tramo puede hacer un pionono y compartirlo con sus compañeras quedándose con una última porción. Nuevamente el enlace al otro.

Para conseguir lo que queremos hace falta trabajar, cosa a trabajar con algunos de nuestros pacientes.

Podemos pensar que la función a la que es llamado el At. tiene que ver con la puesta en funcionamiento de un freno a la urgencia con que la paciente vive. Es así que, en determinadas situaciones le pone Pausa al trayecto acelerado, piensa y pide perdón o bien encara terminar lo que empieza.

Pensar posibilita aplazar la satisfacción pulsional que maneja nuestras vidas y en particular la vida de Paloma.  

Sus palabras hacia el final del AT nos anotician de sus avances al mismo tiempo que la causa de éstos tienen al At. y su deseo como motor.

Supervisora: Sandra B. Sarbia, enero de 2015